Durante una entrevista a Autocar, Stella Li, la vicepresidenta del gigante automotriz BYD, ha lanzado una afirmación que podría cambiar las reglas del juego para los coches eléctricos: con la llegada de la carga ultra rápida, la autonomía total de un vehículo dejará de ser una preocupación para los consumidores.
Durante años, la “ansiedad por la autonomía” ha sido el principal freno para la adopción masiva de los vehículos eléctricos. La pregunta “¿hasta dónde puedo llegar con una carga?” ha dominado la conversación. Sin embargo, Li argumenta que estamos enfocando mal el problema. La verdadera revolución no está en baterías gigantescas, sino en la velocidad de carga.
La visión de BYD es simple: si puedes recuperar 300 o 400 kilómetros de autonomía en solo 5 o 10 minutos —el tiempo que tardas en tomar un café—, la capacidad total de la batería se vuelve secundaria. La experiencia se asemejaría a la de un coche de gasolina, donde nadie se preocupa por el tamaño del tanque porque las gasolineras son rápidas y abundantes.
Esta estrategia depende de dos cosas: la tecnología de baterías de BYD, como su “Blade Battery”, y un despliegue masivo de cargadores ultra rápidos. Es una apuesta audaz que busca reemplazar la carrera por la autonomía por la carrera por la conveniencia.
Aunque es una declaración muy optimista, la realidad es que esta visión futurista, continua siendo un tanto más complicada que la elaboración de una batería con mayor capacidad, eficiencia a la par que reduce su peso, ya que una pieza de un vehículo, por muy grande que sea, sigue siendo más sencilla de mejorar o evolucionar que toda una infraestructura aplicada a cientos de países.
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